El dinero tiene un precio: soy emprendedor pero no soy tonto

(Por Rafa Mompó)

Segunda sesión Finanzas en el Máster Universitario en Tecnologías y Negocios sobre Nuevos Dispostivos, con el lema “Entender y que te endiendan”.

Hoy hemos entendido que el dinero tiene un precio.

En efecto, para acometer un nuevo negocio, desarrollar un nuevo producto, o hacer crecer el negocio, se necesita invertir una cantidad de dinero inicial que se irá recuperando con el tiempo (se amortizará), gracias a los beneficios que generará la nueva actividad o el nuevo producto.

El caso es que ese dinero inicial que se invierte… no es gratis. Hay que devolverlo, y con interés. Incluso, si el dinero es nuestro, como emprendedores, también tendremos que devolverlo a nosotros mismos, ¡y con intereses!

Para calcular si es rentable hacer la inversión hay que hacerse una doble pregunta: ¿Voy a generar suficientes beneficios para devolver los intereses? y, lo que es más importante, ¿realmente lo que voy a ganar merece la pena comparado con el riesgo que se corre en la actividad empesarial?

En el sector de los productos y servicios objeto de este máster, el “merece la pena” podemos situarlo cuando nuestro plan de negocio al menos está generando un 30% de rentabilidad anual. Esto lo discutiremos más a fondo en los temas de creación de empresas y también cuando descubramos a una hada madrina que se llama apalancamiento, que en cuanto te descuidas se convierte en una bruja.

Pues bien, los ratios que debemos calcular en nuestro plan de negocio, para que los inversores y nosotros mismos ya sabeis “entender y hacernos entender” podamos calcular la rentabilidad son:

ROI – Retorno sobre la inversión

VAN – Valor actualizado neto

TIR – Tasa interna de retorno

Pues eso, si el VAN es mayor que cero, entonces el negocio es rentable pero siempre nos preguntaremos, ¿merece ese VAN el riesgo y el esfuerzo del nuevo negocio, o mejor busco otra oportunidad más apropiada? ¡Soy emprendedor, pero no soy tonto!