(Por Rafa Mompó)
Estaba participando hace un rato en un debate en foroteleco.com, y me ha llamado la atención la intervención de un interesante compañero de debate forero, dinámico profesional del ejercicio libre, que hacía la siguiente reflexión: ” Quiero un título que sirva para algo, si no, ¿para que dedico los mejores años de mi vida a obtener un título?
Las cosas han cambiado en el siglo XXI. Ahora dedicas “los mejores años de la vida” a aprender, y no a sacar un título. El título es, ni más ni menos, un indicador que pemite hacer una primera valoración de la formación que has adquirido… y no sólo en los “mejores años de la vida”, sino a lo largo de toda la vida.
En el siglo XXI ya se pone totalmente de manifiesto que el valor profesional no lo da el título, sino el ejercicio de la profesión... y el valor de tu negocio te lo da la cartera de clientes fieles, que si son fieles es por algo. Seguro que es así como todos lo vivimos en el día a día de nuestro trabajo, ¿no?
Por eso, los que defendemos el nuevo paradigma de le educación superior desarrollamos metodologías de aprendizaje que permiten que el joven ingeniero disponga de las herramientas para aportar valor sobre la base del ejercicio profesional.
De alguna manera, Bolonia permite que los jóvenes ingenieros puedan aportar valor a sus empleadores y clientes antes de lo que se tarda ahora. En definitiva, ser más productivos… y así ellos mismos y la sociedad vivirán mejor.
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